lunes, 27 de octubre de 2014

La injusta y cruel muerte de Robert Damiens


Hace mucho tiempo, en la ciudad de París un criado llamado Damiens que a sus 42 años había sido soldado antes de comenzar a trabajar en el servicio doméstico de algunos consejeros de la Corte.


Robert François Damiens , un parisino ejecutado el 28 de marzo de 1757 en la place de Grève de parís de la forma más cruel por las brutales leyes de la monarquía.

Tan brutal fue su muerte que la sociedad francesa inició un movimiento contra la tortura humana; avanzó el siglo XIX y el cuerpo humano dejó de ser visto como una fuerza bruta, sin valor y la justicia penal ya debía respetar el derecho a una muerte sin sufrimiento; no es la muerte un espectáculo que acabó desapareciéndose y  reemplazada por la decapitación para todos los ciudadanos condenados.

Momento del atentado al Rey Luis XV; foto internet.


Damiens: Estoy aburrido, de tanta injusticia que existe en la ciudad de París, el rey Luis es la persona más avarienta.

Mientras pasaban los días, la furia de Damiens crecía y las duras recriminaciones contra la iglesia y sobre contra el rey lo llenaba más de rabia.

Caía la noche y el rey Luis XV, se dirigía a sus aposentos a descansar, sin antes mandar a todos sus siervos a labores continuas en su castillo.

Luis XV: Estoy cansado, mañana será un día largo para este rey que dirige y castiga a cualquier ciudadano francés.

Un caprichoso e indeciso hombre gobernaba todos los destinos de país. Con unas duras leyes que castigaban con extrema dureza cualquier delito relacionado con su majestad.

La inconformidad y su manera de gobernar, llevó a Damiens  a tomar una de sus peores decisiones que en pocos días le causaría las peores de sus agonías. 

Damiens: Mañana, cuándo el rey salga a dar su discurso lo asesinaré.

A la mañana siguiente el rey Luis se prepara a poner en marcha todo lo que su asesor le planificara. 

Asesor: Rey Luis, en media hora debemos estar en la place de Grève de parís, las personas lo están esperando para su discurso, existen inconformidad en su mandato.

Momento de la tortura de Damiens; foto internet.
Luis XV: Las leyes las doy yo, las examino yo, quién esté en contra o haga algo que no sea aceptado, será torturado y asesinado por no obedecer los mandatos de su rey.

El 5 de enero de 1757 el odioso rey se dirigía a dictar su discurso semanal en la plaza de parís, se bajó de su carruaje hacía el estrado, sin imaginar que uno de sus mayores acusadores tenía planeado asesinarle.

Damiens: Ahí está ese canalla, voy a hacer lo que algunos no se atreven.

En su bolso guardo un cuchillo que consiguió en la cocina del castillo, cuándo entre la multitud y a paso apresurado se dirigió dónde estaba el rey, superando la fuerza de los guardias que lo cubrían, y con gran agilidad se deslizó Damiens por medio de los fornidos cuerpos, clavándole el cuchillo en el costado derecho a la altura de las costillas al irritable rey.

El rey pensó que fue un empujón, pero al tocarse y ver su mano ensangrentada cae en un extremo y exagerado pánico que acaba por desmayarse; rápidamente es  llevado a su recamara para las observación médica. Y Damiens es capturado con un corto proceso de apelación.

Médico: el rey está estable la herida no fue profunda es más bien superficial.
El rey despierta de su mal sueño y directamente busca información de quién fue el culpable de su atentado de muerte.


Luis XV: Ordeno toda la información de ese mal nacido para condenarlo a morir.
Inmediatamente su asesor le trae toda la información de Damiens.

Asesor: Rey Luis, su nombre es  Robert François Damiens un criado del castillo de 42 años, originario de Arras. Éste sirvió a varios consejeros en el Parlamento que vituperaron contra el Rey y la Marquesa de Pompadour.

Luis XV: culpable y debe morir.

Directamente fue condenado a la muerte con todo el peso de la ley; pero sin antes ser torturado para averiguar si tenía cómplices. Damiens no confiesa nada. Transportado al calabozo dónde en pocos días será descuartizado y quemado vivo.

Asesor: criado debes pedir perdón al rey en la plaza y delante de la iglesia de París.

Damiens: jamás, prefiero morir que arrodillarme ante un rey que no sabe lo que gobernar y a ante una iglesia corrupta.

Momento de la ejecución con caballos; foto internet.
En pocas horas es declarado por el rey, culpable del crimen supremo; el de atentar contra su majestad. Lo llevaron montado en una carretilla, vestido tan sólo con una camisa y portando una antorcha de cera encendida; después, la sentencia ordenó colocarlo en un tablado; atenazarle los pezones, brazos, muslos y pantorrillas para verterle por el cuerpo una mezcla fundida de plomo derretido, aceite hirviendo, resina de pez y cera mientras le quemaban con azufre la mano derecha en la que sostenía el arma con la que intentó matar al rey. 

Luis XV: criado, ésta es tu mejor forma de morir por intentar matar a tu rey.

Toda la plaza estaba llena de parisinos que presenciaba el terrible ejecutamiento de Damiens; aterrados e indignados comenzaron a exigir una forma diferente de morir sin tanto sufrimiento.

Damiens: suplico que no me torturen, deseo morir ya, no aguanto tanto dolor.

Las agarradoras palabras de Damiens, no le importo al Rey y continuaron con su mutilación.
Las tenazas se atoraron en la carne y no pudieron arrancarla, el oficial tuvo que retorcer la carne para poder cortarla; luego, las sustancias que se mezclaron tenían tan poca calidad que sólo pudieron chamuscar la piel del condenado y cuando los cuatro caballos no fueron capaces de despedazarlo se necesitó traer otros dos y, aun así, cuarto de hora más tarde, los seis animales tampoco consiguieron descoyuntarlo; los guardias tuvieron que romperle los músculos y tendones con cuchillos hasta llegar al hueso para facilitar que los caballos lo desmembraran.

Damiens  plenamente consciente e imploraba al cielo ya morir de una vez. A pesar de su extrema crueldad, la condena no concluyó con el suplicio.

Finalmente muere, descuartizado y los jueces ordenan el destierro de su familia con la amenaza de matarlos si regresaban a Francia; su casa fue demolida, se prohibió volver a construir en aquel lugar y, por último, se obligó al resto de los familiares a que no volvieran a utilizar aquel apellido.

Juez: todo aquel que use el apellido Damiens en la ciudad de París, será condenado a muerte y morirá de la misma manera que lo hizo Damiens.

Después de este primer caso de supuesto delito las leyes y la inconformidad por los ciudadanos de parís se  plasmó  el primer Código Penal francés, de 1791, donde se dispuso que la pena de muerte se llevara a cabo cortando la cabeza del condenado. Se evitó la aplicación de crueles suplicios con una muerte rápida que, además, no tenía consecuencias más allá del ejecutado (ni sobre sus bienes ni en sus familiares).

Todo ocurrió por la inconformidad de un ciudadano que no estaba de acuerdo con los mandatos de un rey caprichoso, intolerante que se regía a su única ley, el maltrato y suplicio de los que no pensarán como él.


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